Querida Mundo, Sociedad:
He abandonado mis sueños así como mi juventud poco a poco se me aleja, se me han escapado por la ventana esas ganas de tener vida y de disfrutar su sabor en mis labios. Son ya tristezas las que pueblan los caminos de mis pensamientos y moran, con soledades, en los huecos de mi razón. Es el gusto por lo injusto lo que de este mundo me deprime y es el mundo tan inmundo lo que corroe mi esperanza, y la de muchos, de encontrar un camino justo y lleno de buenos momentos todos los hombres, juntos. Es en la mirada pérdida de ese niño sin comida y en la boca triste de su madre que dibujan mas matices de amargura que de alegría donde se puede encontrar una cruda verdad mundana: Esa verdad que nos dice que todos no somos iguales. Esa verdad que se palpa en el el sueldo de un asalariado. Esa verdad que se siente cuando alguien opulente alza su voz para reclamar lo que es suyo pero no se escucha cuando un anciano pide monedas para irse a dormir con algo en el estomago. He abandonado mis sueño no por que me abandona mi juventud, si no por que mi juventud me hizo entender que si es este el mundo que de viejo voy a ver no importa tanto el cuanto viva si no el como lo voy a hacer. Y el futuro no importa tanto si el presente no transita y estos tiempos pasan lento pues no se encuentra la salida del agujero que la humanidad misma cavó, ¿sería justo, entonces, comprar felicidad y no amor? Porque como humano se puede llegar a lo alto, pero sería lo mas alto que se puede llegar estando tan bajo. Me han abandonado alegrías por siempre llevar prisa y me han sobrellevado malos ratos por a veces pensar de mas (o no tanto) y es que en este mundo social no se puede aspirar a mas que a ser uno más que no vive su soñada realidad.
Atentamente:
Un Joven Indignado
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Serie "Cartas de Jovenes" (1)
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